Traducir un documento oficial va mucho más allá de pasar palabras de un idioma a otro. Cuando entran en escena siglas, sellos o abreviaturas, lo que está en juego no es solo la comprensión, sino la validez legal del documento. Si alguna vez te has encontrado con un “DOB”, un “NIE”, un “LL.B.” o con un sello que parece una mezcla entre garabato y arte conceptual sabes a qué nos referimos.
Hoy te contamos cómo enfrentarte a estos elementos sin perder la paciencia ni la precisión, especialmente si te mueves en el mundo de la traducción jurada, la traducción especializada o la interpretación.
¿Por qué es tan importante traducir bien estos elementos?
Porque detrás de cada sigla, sello o abreviatura puede haber una información crítica. Y si se malinterpreta o se traduce “a ojo”, pueden surgir problemas: desde errores burocráticos hasta complicaciones legales.
En las traducciones oficiales, ser fiel al original es clave, sí. Pero también lo es que el resultado sea claro y comprensible para quien lo lea. Y ahí entra en juego el criterio de quien traduce. No basta con saber idiomas; hace falta saber leer entre líneas y entre letras.
Siglas extranjeras: ni todas se traducen, ni todas se mantienen
Las siglas son el pan de cada día en la traducción oficial. Algunas tienen su equivalente en español como ONU para “UN” (United Nations), mientras que otras no admiten una traducción directa y requieren una nota explicativa o una aclaración entre paréntesis.
Ejemplo realista: Cuando te encuentres con “GPA” (Grade Point Average), lo peor que puedes hacer es traducirlo como “promedio de calificaciones” sin más. Porque ese promedio varía según el sistema educativo, y podrías estar confundiendo más que aclarando.
Consejo: Antes de decidir, investiga. Consulta glosarios oficiales, bases terminológicas fiables (la de la UE es una joya), y evita traducir por intuición. Si no hay una traducción reconocida, mantén la sigla y añade una explicación breve.
Sellos oficiales: cómo manejar lo visible, lo ilegible y lo redundante
Los sellos son otro mundo. Algunos se leen bien, otros apenas se intuyen, y otros no dicen nada relevante pero ahí están, estampados. Aun así, todo lo que figure en el documento debe tener su reflejo en la traducción jurada.
¿Qué hacer en cada caso?
- Si el sello se entiende: tradúcelo e indica qué dice y qué representa.
- Si está borroso o es ilegible: descríbelo. Ejemplo: “[Sello parcialmente ilegible con escudo y tinta azul]”.
- ¿Es solo decorativo? Si no contiene información relevante, puedes omitirlo, pero deja constancia con una nota aclaratoria.
Abreviaturas: el contexto lo es todo
Las abreviaturas pueden parecer inofensivas, hasta que no sabes exactamente a qué se refieren. “Lic.” en un certificado puede significar “Licenciado”, pero también puede esconder un título académico, un cargo, o algo totalmente distinto según el país o la institución.
Recomendaciones que funcionan:
- Desarrolla siempre la abreviatura, dejando el original entre paréntesis si hace falta.
- Si tienes dudas, no inventes. Investiga. Y si aún así no hay forma clara de resolverlo, recurre a una nota del traductor.
En este tipo de traducciones, mejor pasarse de precisos que quedarse cortos. La ambigüedad no es una buena aliada.
Notas del traductor: herramientas que salvan traducciones
Las notas del traductor están ahí para ayudarte cuando no existe un equivalente exacto o cuando hay que aportar contexto. Son una tabla de salvación en casos de siglas raras, sellos confusos o abreviaturas difíciles de encajar.
Ejemplo útil: “DOB” puede traducirse como “Fecha de nacimiento”, pero es aún mejor si añades una nota breve:
“Fecha de nacimiento [Nota del traductor: DOB corresponde a la sigla en inglés de Date of Birth]”.
¿Y qué pasa con la interpretación?
Aunque aquí hablamos de traducción escrita, no podemos olvidarnos de quienes interpretan. Ellos también se enfrentan a siglas, abreviaturas o expresiones institucionales, con el añadido de que deben reaccionar en el momento.
Por eso, es esencial prepararse con antelación. Conocer los términos habituales del entorno legal, sanitario, académico o notarial puede marcar la diferencia entre una interpretación clara y una confusión en toda regla.
Estudiar glosarios, anticipar contextos y entrenar la capacidad de explicar conceptos complejos con palabras sencillas es todo un arte.
Traducir lo pequeño también importa
En este mundo de la traducción, hay muchas ocasiones en las que lo más simple es lo más delicado de traducir. Por ello, las siglas o abreviaturas pueden pasar desapercibidas, pero su correcta traducción puede ser la clave entre una traducción válida y una que no lo es.
Para traducir estos elementos hace falta tener cierto criterio y un mínimo de experiencia y olfato profesional, porque hay que ser muy cauteloso.
Si trabajas en traducción jurada, especializada o interpretación, tenlo claro: nunca subestimes una sigla. A veces, lo que parece menor, es precisamente lo que más cuenta.